El gran Edificio Titanium se erige en el corazón de Santiago como un faro para la construcción. No solo por su tamaño, ubicación y estructura, sino también por su visión moderna de la arquitectura y la sustentabilidad como una necesaria sinergia para el mundo que habitaremos en el futuro.
Este punto de la ciudad de Santiago no solo es neurálgico por el transito que recibe, de trabajadores, ocupantes y transeúntes, sino también por su posición en cuanto al impacto ambiental en la zona. Sus oficinas de primer nivel, espacios comerciales y apartamentos albergan a las personas que le dan vida a este espacio urbanístico, con las mayores comodidades, confort y salud posibles.
Por ello, la sustentabilidad del edificio Titanium se torna fundamental, teniendo en cuenta la relación del mismo para con la ciudad de Santiago. Habiendo sido el primer edificio en Chile, teniendo en cuenta las características del territorio, en instalar disipadores de energía cada 3 pisos, para así distribuir las cargas de posibles actividades sísmicas y proteger tanto a los ocupantes como a la estructura.
La reducción de la oscilación en un 40% garantiza, también, la calidad de los materiales que constituyen una construcción moderna y limpia. Sus sistemas activos en la relación climática del edificio le dieron como resultado la certificación LEED Core & Shell, con nivel Gold, al consolidar una estructura y sistemas integrados del más alto nivel de respuesta.
A esta mencionada relación con la ciudad de Santiago, se suma la accesibilidad, en un punto estratégico, que aporta de manera indirecta reducciones en la huella de carbono. Al estar conectada con mayor afluencia de transporte público, también permitiendo el acceso y fomentando movilidades de baja emisión como bicicletas, el edificio Titanium hace un aporte extra para que cada ocupante pueda, gracias a estas facilidades, acceder a la torre en un camino que conlleve el menor impacto ambiental posible.
